Allá por Julio del año pasado
cuando me recibí decidí que por el lapso de un año todo lo relacionado al
derecho en mi vida sería autodidáctico y alejado de las aulas. Simplemente, lo
que me sucedía por entonces era el agobio del ritmo de una cursada, como así
también la gente que está “de paso” (esos que se dedican a cuchichear toda la
clase, a estar mandando mensajitos de texto, opinólogos, etc.).
Si bien la metodología de
estudiar motu proprio me sirvió, al punto de haber podido interiorizarme en
temas que me habían quedado como cuentas pendientes durante la carrera, decidí
que por fin era hora de hacer algún curso y así fue, justo me surgió la
posibilidad de inscribirme en un curso dictado por la UCA acá en Mar del Plata
sobre “derecho de consumo”.
Salvando las distancias entre
empezar una carrera universitaria y hacer un curso de posgrado, mi ansiedad era
similar en muchos aspectos, ya no me encontraría con “compañeros” sino con “colegas”,
me permitiría ver en qué sector del mundo profesional estoy (cerca o lejos de
algo que en realidad no se qué es).
Creo que esa ansiedad, esa
ilusión renovada duró apenas media hora… Y si bien, a nivel intelectual la
primera clase fue de mi agrado, la desilusión vino por otro lado. Me encontré
con que aún en cursos de posgrado que, en primer lugar, son pagos y ya uno lo
hace porque realmente está interesado (amén de que la carrera también debiera
ser así) estaban los “opinólogos”, “los que hablan en clase”, “los que están con
el celular”, etc.
En fin… espero que esto vaya
mejorando (y ese tipo de gente vaya desertando)
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